La “trumpización” del Grand Old Party
Te contamos cómo Trump ha logrado mantener su control absoluto sobre el GOP: lealtades blindadas, una agenda personalizada y castigos a quienes osaron desafiarlo.
Justin Trudeau enfrenta una creciente presión en Canadá: la crisis económica, la oposición, sus propios aliados y el descontento dentro de su partido amenazan la estabilidad de su gobierno. En medio de mociones de no confianza y tensiones internas, ¿logrará Trudeau llegar a las próximas elecciones?
Hace semanas que algunos medios de comunicación llamaban la atención sobre la posibilidad de que los canadienses fuesen a las urnas antes de lo previsto. Este otoño en lugar del otoño que viene, por ejemplo.
Lo cierto es que el gobierno de Justin Trudeau no pasa por su mejor momento. Las amenazas le llegan por todas las partes: de los suyos, de sus socios de gobierno, de la oposición y de la situación económica que enfrenta al país. En este nuevo número de NotNews os hablamos de ellas.
Los gobiernos en minoría no son nada nuevo en Canadá, tampoco lo son para Trudeau y su partido. Los liberales han protagonizado gobiernos en minoría antes, y Trudeau, que lleva 9 años en el poder, ya va por su segundo gobierno minoritario.
En este país no existe un proceso formal de investidura en la Cámara de los Comunes, y el líder del partido que obtiene el mayor número de escaños es designado primer ministro, incluso si no cuenta con la mitad más uno de los escaños. Esto no quiere decir que el primer ministro no pueda ser destituido por el poder legislativo. De hecho, esto es lo que ha intentado hacer el líder del principal partido de la oposición, Pierre Poilievre, que lidera el Partido Conservador desde septiembre de 2022, a través de la presentación de varias mociones de no confianza. Pero eso es algo que vamos a comentar más adelante.
Desde 2019, cuando perdió la mayoría absoluta, Trudeau ha debido gestionar una gobernabilidad complicada. Inicialmente, durante los dos años que duró su segunda legislatura, gobernó en minoría apoyándose, de forma puntual, en otros dos partidos: el Bloque Quebequense y, sobre todo, el Nuevo Partido Democrático (NDP por sus siglas en inglés).
En agosto de 2021, decidió convocar elecciones de forma anticipada para tratar de reforzar su mayoría parlamentaria. Sin embargo, sus índices de aprobación habían caído hasta el 40% y, aunque las encuestas le daban como vencedor, con un porcentaje del 35-37%, no le aseguraban la mayoría absoluta. En efecto, consiguió 3 escaños más de los que tenía pero no la ansiada mayoría.
A diferencia de la legislatura anterior, decidió buscar un acuerdo que le diese estabilidad a la legislatura. Así es como, un año más tarde, en marzo de 2022, llegó la firma del famoso “Delivering for Canadians Now, A Supply and Confidence Agreement” con el NDP.
El acuerdo, grosso modo, aseguraba el apoyo del NDP en cuestiones clave como los presupuestos y le comprometía a no apoyar mociones de censura, manteniendo su independencia en otros temas no cubiertos por este. El acuerdo establecía varios ejes prioritarios como la ampliación de la cobertura de salud para personas con bajos recursos, añadiendo la atención dental, la extensión de la iniciativa Vivienda Rápida para hacer frente al aumento del coste de la vivienda, la creación de “puestos de trabajo verdes” (en sectores renovables) y una serie de medidas dirigidas a resarcir a las comunidades indígenas.
El acuerdo entre los liberales y el NDP, que debía durar hasta junio de 2025, a principios de septiembre, Jagmeet Singh (líder del NDP) anunció que ponía fin al pacto. Aunque la noticia cogió por sorpresa al gobierno, la tensión entre ambos partidos había crecido en los meses anteriores por retrasos en medidas clave para el NDP, como la ley de asistencia farmacéutica.
Sin embargo, lo cierto es que gran parte de los acuerdos incluidos en el acuerdo de confianza y suministro con el gobierno estaban saliendo adelante, la mayoría de cuestiones pendientes estaban en proceso y quedaban pocas cosas en el tintero.
Entonces, ¿qué sucedió en verano? Ésta es nuestra hipótesis.
El líder del NDP ha dado pocas explicaciones sobre las razones para dar por terminado el acuerdo con los liberales. No obstante, parece que este movimiento tiene más que ver con evitar verse arrastrado por la impopularidad de Trudeau, cuyos índices de aprobación están en mínimos históricos. Además, la brecha entre su partido y el Partido Conservador, que encabeza las encuestas, no ha hecho más que aumentar.
Normalmente, en los gobiernos de coalición, el socio minoritario suele ser quien más sufre el desgaste, y aunque en este caso no estamos ante una coalición formal, podría estarse dando una dinámica similar. En este contexto, Singh podría haber calculado que era mejor distanciarse del gobierno para proteger su base y evitar que los votantes lo perciban como un respaldo al debilitado Partido Liberal, algo que el líder conservador destaca constantemente. Además, con casi toda la legislación relevante ya aprobada o en vías de serlo, al NDP le resulta más cómodo volver a una posición en la que pueda hacer nuevas demandas y obtener logros adicionales, negociando caso por caso.
Esta hipótesis también explicaría por qué el NDP no ha apoyado las mociones de no confianza presentadas por los conservadores ni ha hecho efectivas sus propias amenazas de presentar una. En un momento en que el Partido Conservador tiene prácticamente asegurada la victoria, un adelanto electoral no beneficiaría al NDP; de hecho, podría perder toda influencia sobre el gobierno saliente si las elecciones se adelantaran.
La disidencia en el Partido Liberal de Justin Trudeau ha cobrado fuerza tras recientes derrotas en elecciones parciales en bastiones tradicionales como Toronto y Montreal. A éstas se suman la ruptura del acuerdo de "confianza y suministro" con el NDP y la renuncia de Jeremy Broadhurst, el jefe de campaña liberal, y la presión añadida por las dos mociones de no confianza presentadas por el Partido Conservador. Esta combinación de eventos ha llevado a un grupo de liberales a considerar un cambio de liderazgo para evitar una derrota mayor en las próximas elecciones generales.
Después de varias semanas en las que algunos diputados liberales dejaron entrever que tomarían “decisiones difíciles” si la situación no mejoraba, en la última reunión del Caucus Liberal una veintena de diputados presentó un ultimátum a Trudeau: o abandona el liderazgo o deberá enfrentarse a las consecuencias.
En la reciente reunión del Caucus Liberal, al menos veinte diputados, incluyendo figuras como Ken McDonald, Sean Casey y Wayne Long, se expresaron abiertamente en contra de Trudeau, presentándole un ultimátum que le insta a dimitir para evitar una debacle electoral o enfrentarse a "decisiones difíciles". Trudeau, por su parte, está decidido a resistir:
“Vamos a continuar manteniendo conversaciones interesantes sobre cuál es la mejor manera de enfrentar a Pierre Poilievre en las próximas elecciones (...), pero eso ocurrirá conmigo como líder”. (Justin Trudeau, Primer Ministro de Canadá, ante la prensa)
El problema para los diputados díscolos es que no disponen de ningún mecanismo para forzar la dimisión de Trudeau. Esto sólo podría ocurrir si el partido pierde en las elecciones generales, lo cual activaría una votación interna en el Caucus Liberal sobre su liderazgo.
La única alternativa que estos diputados tienen, y que algunos han mencionado de forma discreta, es apoyar una nueva moción de no confianza presentada por los Conservadores. Sin embargo, son conscientes de que esta medida podría ser contraproducente. A pesar de todo, diputados como Sameer Zuberi y Yvan Baker han solicitado que se realice una votación secreta, al menos para conocer el apoyo real con el que cuenta Trudeau dentro del partido.
Las amenazas al gobierno de Justin Trudeau no solo provienen de sus rivales políticos o de la inestabilidad en su propio partido. La situación económica de Canadá es otro factor importante que juega en su contra.
Canadá enfrenta una crisis de costo de vida que parece no tener fin. Para el 45% de los canadienses, el aumento de los precios dificulta enormemente cubrir sus gastos diarios, con especial énfasis en el precio de la vivienda, que ha subido de manera constante en los últimos años.
Desde 2019, el precio de la vivienda ha aumentado un 36,8%, con un repunte particularmente notable en 2021. Desde entonces, los precios se han mantenido un 35-45% por encima de los niveles de 2019.
Esto ha convertido a Canadá en uno de los países de la OCDE con la mayor relación entre precio de vivienda e ingresos. La ratio precio de vivienda/ingresos mide la asequibilidad, dividiendo el precio nominal de la vivienda por el ingreso nominal disponible per cápita, usando 2015 como año base (índice 100). Con una ratio de 136,2 en 2023, Canadá sólo es superado por Portugal en esta métrica. Este aumento del precio de la vivienda, que ha superado el crecimiento de los ingresos en un 36,2% desde 2015, ilustra la falta de asequibilidad de la vivienda en relación con los ingresos medios de los canadienses.
Además, las tasas de interés hipotecarias han subido considerablemente. Desde marzo de 2022, el Banco de Canadá ha incrementado su tasa de interés de referencia 10 veces para combatir la inflación. Sin embargo, esto ha aumentado la vulnerabilidad de los hogares con altos niveles de endeudamiento, incrementando el riesgo de impagos.
Aunque la relación deuda-ingreso de los hogares canadienses disminuyó en 2024, alcanzando el 174,6% en el segundo trimestre (su nivel más bajo desde el primer trimestre de 2021), sigue siendo históricamente alta. Tras la crisis financiera, los canadienses se encuentran más endeudados que nunca.
El número de hogares vulnerables – aquellos que destinan más del 25% de sus ingresos a la deuda hipotecaria – ha aumentado significativamente, del 12,6% al 33,6% entre el primer trimestre de 2021 y el primer trimestre de 2024.
En cuanto a la morosidad, aunque las tasas en la deuda hipotecaria se mantienen relativamente bajas, las tasas de morosidad en préstamos a plazos han crecido considerablemente, superando los niveles observados durante la pandemia. También se ha registrado un aumento en los atrasos en tarjetas de crédito y préstamos para automóviles entre los hogares sin hipoteca.
A la par, Canadá tiene un Estado cada vez más grande y un sector privado debilitado que no alcanza a sostenerlo.
Canadá no es un infierno pero ha perdido terreno en libertad económica. Sin embargo, mientras que se situó entre el grupo de países más libres económicamente durante los años posteriores a la crisis financiera de 2008, desde 2015, la libertad económica en el país ha caído, especialmente en los últimos dos años. Gran parte de esa caída se debe al aumento del tamaño del Estado y a la presión fiscal, dos de los aspectos que más críticas suscitan por parte de los conservadores.
Desde que Trudeau asumió en 2015, el sector público federal ha crecido un 42%, alcanzando casi 370.000 empleados, mientras que el número de burócratas de nivel ejecutivo ha aumentado un 31%, con una subida del 42% en su compensación total, pasando de 1,4 a 1,9 mil millones de dólares y sus salarios promedios de 193,6 mil a 208,5 mil dólares.
Desde el último mandato de su predecesor, Stephen Harper, la deuda pública casi se ha duplicado y se espera que siga aumentando en los próximos años.
La productividad laboral en Canadá cayó por tercer año consecutivo en 2023, en contraste con Estados Unidos, donde creció. Aunque otros países también han experimentado desaceleración en su productividad laboral, en Canadá el problema ha sido más grave y persistente.
La falta de inversión en tecnología, la dependencia de la inmigración (un tema que daría para un número entero) para dar respuesta a las necesidades del mercado laboral o la reciente brecha entre las habilidades de las que disponen los trabajadores y las que requiere el mercado laboral son algunos de los factores que se encuentran detrás de este problema.
El problema de la productividad laboral canadiense explica, en parte, que su economía sea la que tenga unas proyecciones de crecimiento más bajas entre los países desarrollados.