Erdoğan ante la vuelta de Siria a la arena internacional
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Bielorrusia, un país de 9,3 millones de habitantes puede desaparecer. Desde el año 2020 su economía se ha vuelto terriblemente dependiente de Rusia y Moscú ve a este país como una pieza de consolación ante el desastre de Ucrania.
El motín perpetrado por Yevgueni Prigozhin fue un balón de oxígeno para el presidente bielorruso Alexander Lukashenko. Durante las últimas dos semanas se ha presentado al mundo como un líder fuerte, relevante e influyente. En VisualPolitik ya os hemos contado cómo el golpe de mano de los Wagner fue casi una lotería no solo para Lukashenko sino para todo un país. Bielorrusia se enfrenta a su completa desaparición. El riesgo de que este país termine siendo anexionado por Rusia es muy alto, digamos que es algo que Vladímir Putin tiene en su lista de objetivos.
Ahora los Wagner parecen haberles dado un respiro, la pregunta es, ¿será suficiente? El problema es que la economía bielorrusa es cada vez más dependiente del oso ruso y, además, existe una percepción generalizada de que el propio régimen de Lukashenko no sobreviviría sin Putin.
En 2020 las protestas pro-democracia le obligaron al presidente bielorruso a pedir auxilio al Kremlin y la ola represiva le cerró a cal y canto las puertas de occidente. Desde entonces, Lukashenko se ha convertido en un títere de Moscú. En los últimos dos años, más de 2.000 empresas y miles y miles de profesionales cualificados se han marchado del país. Y eso no es todo, desde 2020 la historia del imperio ruso se ha reintroducido en los temarios como una parte esencial de la historia nacional y el alfabeto latino está siendo reemplazado por texto en ruso en las señales de las calles de Minsk. Es decir, la rusificación está avanzando a plena marcha.
¿Otra prueba clara del control de Moscú? Este país fue utilizado por el Kremlin para poner en marcha la invasión de Ucrania. Desde entonces, además, los rusos han arramplado impunemente con muchos de sus arsenales militares y ahora, también, han acordado desplegar armas nucleares tácticas en el país. Minsk es, cada vez más, una extensión de Moscú.
Este es un estatus que, además, las sanciones internacionales han contribuido a consolidar. Según los datos de BEROC - un grupo de analistas económicos especializados en Rusia y Bielorrusia - desde que diera comienzo la invasión de Ucrania, Moscú ha rescatado a su vecino con más de 3.000 millones de USD y un acuerdo para reestructurar su deuda. Una cantidad más que relevante para un país con poco más de 9 millones de habitantes y un PIB de aproximadamente 70.000 millones de USD.
Asimismo, las sanciones han hecho que el comercio de Bielorrusia sea completamente dependiente de Rusia, al tiempo que este país le suministra petróleo y gas en condiciones muy preferentes. Incluso, BEROC estima que Minsk hace negocio con el petróleo ruso, revendiendo en el mercado internacional una parte del que recibe. Según este grupo de investigación, los beneficios en 2022 de esta maniobra pudieron acercarse a los 1.700 millones de USD.
¿Por qué es importante?
Bielorrusia se encuentra en un momento crítico. Repudiada por gran parte de la comunidad internacional, este país podría desaparecer en unos pocos años. Eso supondría para millones de bielorrusos tener que abandonar sus esperanzas de que tras Lukashenko el país podría abrirse a sus vecinos europeos.
Alexander Lukashenko lleva en el poder desde 1994. Han pasado casi 30 años. 3 décadas durante las cuales sus vecinos lituanos, letones y polacos les han dejado muy atrás en términos económicos y políticos. Al mismo tiempo, Lukashenko ha consolidado un estado policial tremendamente represor. Hasta ahora esos son sus resultados. El riesgo es que su legado termine, incluyendo, también, la propia desaparición del país.