La “trumpización” del Grand Old Party
Te contamos cómo Trump ha logrado mantener su control absoluto sobre el GOP: lealtades blindadas, una agenda personalizada y castigos a quienes osaron desafiarlo.
Tras un sorpresivo paso por la política ucraniana, Saakashvili regresó a Georgia en 2021, siendo arrestado de inmediato. Ahora, tras un año en prisión, presenta signos de maltrato y envenenamiento.
No es ningún secreto: en VisualPolitik tenemos cierta predilección por Georgia, especialmente desde que el vídeo que le dedicamos a la Revolución de las Rosas en 2016 se convirtiera en nuestro primer hit. Y desde luego no podemos hablar de la Revolución de las Rosas sin mencionar a su principal impulsor, Mikheil Saakashvili.
El liderazgo de “Misha” para lograr la democratización y la modernización de Georgia fue absolutamente determinante. Logró reunir tanta fuerza popular que incluso el mismísimo Eduard Shevardnadze, el todopoderoso líder de la Georgia comunista y ministro de Asunto Exteriores de la URSS, terminó aceptando su derrota y llamó a votar por el propio Saakashvili en las elecciones presidenciales. Si lo ves en una serie de Netflix, no te lo creerías.
Como presidente, Saakashvili tuvo un objetivo muy claro: desmantelar el poder de la mafia postsoviética y situar a Georgia en la esfera occidental. Para ello impulsó uno de los procesos de reformas económicas y políticas más ambiciosos de las últimas décadas, al tiempo que también promovió lazos más estrechos con la OTAN y la UE. Lo que como os imaginaréis le supuso convertirse en el enemigo acérrimo de Vladímir Putin. De repente, Moscú ya no movía los hilos, motivo por el que en 2008 las tropas rusas se abalanzaron sobre este pequeño país caucásico. La guerra, eso sí, duró tan solo 5 días.
Con el paso del tiempo, Saakashvili, uno de los principales aliados de Estados Unidos en la región, enfrentó duras críticas por su estilo autoritario, pese a lo cual, no hay que olvidarlo, cuando perdió las elecciones cedió pacíficamente el poder, algo muy poco frecuente en esta región.
El caso es que tras un sorprendente e inédito paso por la política ucraniana - fue nombrado gobernador de Odesa y terminó siendo un estrecho aliado del actual presidente Zelensky, regresó en 2021 a Georgia, donde fue inmediatamente arrestado.
Ahora, tras más de un año en prisión, el expresidente de Georgia, Mikheil Saakashvili, ha perdido 40 kilos y necesita un andador para moverse. Aunque estuvo en huelga de hambre, esto no explica los rastros de arsénico, mercurio y otras toxinas en su cabello y uñas, las palizas sufridas, ni el dolor en su hombro, cuello y columna. Las sospechas de envenenamiento, malos tratos y, en definitiva, el estado de “Misha” ha alcanzado tal gravedad que varias figuras internacionales, como el primer ministro polaco, el presidente Zelensky o el ministro de Exteriores estonio han pedido su traslado fuera del país.
La pregunta es, ¿está el actual partido gobernante “el Sueño Georgiano” utilizando los malos tratos a Saakashvili para contentar a Putin y limitar la alternancia democrática? ¿Hasta qué punto Occidente puede permitir que uno de sus más férreos aliados sufra semejantes condiciones?
Hace poco más de un mes se registraron en el Parlamento georgiano dos proyectos de ley sobre los llamados "agentes extranjeros" que hicieron saltar todas las alarmas. El primero, "Sobre la transparencia de la influencia extranjera", suponía el intento de regular la influencia extranjera en las ONGs del país, y fue acertadamente bautizado como "ley rusa". El segundo se conocía como "Ley de registro de agentes extranjeros", una traducción literal de la "Ley de registro de agentes extranjeros" (FARA) estadounidense.
Ambos proyectos de ley pretendían etiquetar como "agente extranjero" a toda aquella organización que recibiera financiación procedente de otro país. Asimismo, introducían también requisitos de información, inspecciones y una importante responsabilidad administrativa y penal en forma de multas y penas de prisión si no se cumplían a rajatabla todos los requisitos planteados por el gobierno.
Y eso no es todo, también autorizaban al Ministerio de Justicia de Georgia a recabar información de las ONG, incluidos los datos personales de sus miembros. Las similitudes con la ley aprobada en la Federación Rusa en 2012 son más que evidentes.
63 medios de comunicación con sede en el país declararon que no cumplirían la ley si finalmente se aprobaba y hasta 400 ONG georgianas emitieron una declaración conjunta en la que afirmaron que "la ley rusa no es la voluntad de Georgia". Asimismo miles de manifestantes salieron a las calles para impedir que el gobierno aplicara la Georgia las mis prácticas que Putin en Rusia en lo que a control de medios se refiere.
"La ley, en su forma actual, corre el riesgo de tener un efecto amedrentador sobre la sociedad civil y las organizaciones de medios de comunicación, con consecuencias negativas para los muchos georgianos que se benefician de su trabajo. Esta ley es incompatible con los valores y normas de la UE. Es contraria al objetivo declarado de Georgia de ingresar en la Unión Europea, apoyado por una gran mayoría de ciudadanos georgianos. Su adopción final puede tener graves repercusiones en nuestras relaciones".
— Josep Borrell, 2023
Por fortuna, en este caso las protestas y las denuncias internacionales tuvieron éxito y los proyectos de ley, al menos por ahora, han sido aparcados. Sin embargo, resulta inquietante la creciente afinidad que el gobierno georgiano parece tener con los usos autoritarios de la Rusia de Putin.