Energía y Estados fragmentados en Oriente Medio y el Norte de África

Analizamos en profundidad tres focos clave de transformación geopolítica en Oriente Medio y África del Norte: las nuevas posibilidades para el gasoducto Qatar-Turquía, el pacto entre los kurdos y el nuevo gobierno sirio y la fragmentación sudanesa.

Energía y Estados fragmentados en Oriente Medio y el Norte de África

La caída del régimen de Al-Assad en Siria continúa reconfigurado el tablero regional político y energético. En este nuevo número de Not News os contamos:

  • El incierto futuro kurdo bajo el acuerdo con el gobierno interino sirio
  • La posible reactivación del estratégico gasoducto Qatar-Turquía
  • La aparente irresoluble fragmentación de Sudán

El "fin" del conflicto con los kurdos en Siria

El pasado 10 de marzo se firmó en Damasco, Siria, un acuerdo que podría transformar el conflicto kurdo en el país. El gobierno interino islamista, liderado por Ahmed al-Sharaa del HTS, y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), mayoritariamente kurdas e históricamente apoyadas por Estados Unidos y lideradas por Mazloum Abdi, pactaron la disolución de las estructuras autónomas kurdas en el noreste del país y su integración administrativa, militar y económica en el nuevo marco estatal sirio. Paralelamente, los diferentes grupos políticos que conforman el SDF siguen negociando para formar un acuerdo de unidad kurda.

Imagen: Presidencia de Siria
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Este acuerdo ha sido seguido con atención desde Turquía que, aunque sigue atacando posiciones de las SDF en el noreste de Siria, lo considera una potencial victoria estratégica al satisfacer su objetivo histórico de disolver las estructuras autónomas kurdas lideradas por las YPG, uno de los principales componentes de las SDF, al que Ankara considera una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Además, el pacto llega poco después del alto al fuego unilateral declarado por el PKK en el sur de Turquía, tras el llamado de su líder encarcelado, Abdullah Öcalan, quien instó al desarme del grupo. En este sentido, el acuerdo servirá a Ankara como referencia práctica para evaluar su implementación y medir así las posibilidades de éxito de un futuro acuerdo similar con el PKK en su propio territorio.

En el acuerdo, compuesto por ocho puntos, se reconocieron explícitamente los derechos constitucionales de la comunidad kurda como parte originaria de Siria y se estableció un compromiso conjunto para rechazar cualquier intento de partición del país, discursos de odio o incitaciones al conflicto.

Imagen: Elaboración propia. Acuerdo original disponible en el canal de Telegram del gobierno sirio

Este pacto representa un intento del nuevo gobierno sirio por cerrar uno de los frentes más prolongados del conflicto nacional, buscando así avanzar en su legitimación internacional. Sin embargo, contiene grietas evidentes, especialmente para los intereses kurdos. Ni el acuerdo ni la nueva Constitución aprobada por el gobierno interino parecen contemplar la posibilidad de reconocer la autonomía o derechos específicos (distintos de los del resto de sirios) de los kurdos.

Una nueva Constitución a gusto de pocos

La nueva Constitución provisional, firmada el 13 de marzo, fue redactado por un comité designado directamente por el gobierno interino y, por tanto, formado por personas afines (algo muy criticado por los representantes kurdos), sin mediar votación parlamentaria ni referéndum. El texto subraya reiteradamente la unidad territorial y política del país, criminalizando expresamente en sus artículos 1 y 7.1 cualquier llamado a la división, secesión o intervención externa:

Imagen: Extractos de la traducción en inglés del nuevo texto Constitucional. Disponible aquí

No sorprende, por tanto, que el brazo político de las FDS, el Consejo Democrático Sirio (CDS), haya rechazado categóricamente esta constitución. En una declaración oficial, el CDS aseguró:

Este proyecto de constitución reproduce el autoritarismo bajo una nueva forma. Consolida el gobierno central y otorga al poder ejecutivo poderes absolutos. Al mismo tiempo, restringe la actividad política y prohíbe la formación de partidos. Estas medidas obstruyen directamente el camino hacia la transición democrática. Además, el proyecto ignora por completo la necesidad de mecanismos claros para la justicia transicional. [...] exigimos una reformulación completa de la declaración. Esta debe garantizar una distribución justa del poder, la libertad de actividad política y el reconocimiento de los derechos de todos los componentes sirios. Además, debe adoptar un sistema de gobierno democrático descentralizado con mecanismos claros para lograr la justicia transicional. (Declaración del Consejo Democrático Sirio)

De esta forma, la nueva Constitución, diseñada para regir el país durante los cinco años previstos de gobierno interino, amenaza con convertirse en una fuente permanente de tensión interna.

Los obstáculos a la implementación del pacto

Tras el acuerdo SDF-Gobierno interino, y mientras se mantienen las conversaciones en áreas como la cesión del control de los yacimientos petroleros y sobre la administración de sus territorios, o el inicio de patrullas de seguridad conjuntas en todo el noreste de Siria.

Sin embargo, esto no ha disipado las dudas sobre la implementación práctica de los compromisos alcanzados. El retorno seguro de los desplazados o la efectiva integración de las fuerzas militares, ahora antagónicas, son dos de ellos. La doctrina de las FDS, basada en la guerra asimétrica y en estructuras horizontales, contrasta profundamente con la lógica vertical del ejército sirio tradicional, por ejemplo.

Además, la disolución e integración de las SDF en el Ejército sirio podría afectar negativamente a su efectiva lucha contra el Estado Islámico, que sigue siendo una amenaza en el país. Sin embargo, lo ocurrido en la provincia de Suwayda (permitiendo a las fuerzas de seguridad locales, drusas, supervisar la seguridad de Sudwaya con el apoyo del Ministerio del Interior) podría ser usada como precedente para negociar un arreglo similar en las zonas controladas por las SDF, como Raqqa.

Imagen: Cuenta en Facebook del Movimiento de Hombres Dignidad. Traducción del árabe

Así, más que un cierre, el acuerdo parece marcar el inicio de una nueva etapa: una Siria que quiere parecer unificada, pero que aún no ha resuelto sus profundas tensiones internas.

Una alternativa para transportar gas: el gasoducto árabe

La caída de al-Assad no solo ha alterado el equilibrio político en Siria; también ha reabierto la puerta a la posibilidad de recuperar proyectos de infraestructura energética que llevaban más de una década en pausa. Uno de ellos podría tener un gran impacto en las reglas del juego regional: el gasoducto Qatar-Turquía. 

Este gasoducto, propuesto por Qatar a principios de los 2000, fue concebido como una alternativa a las rutas de transporte de gas natural a Europa, dominadas por Irán y Rusia. El gas procedería del gigantesco yacimiento compartido entre Qatar e Irán (North Dome/South Pars) y llegaría a Europa atravesando Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía.

Imagen: Enab Baladi

Sin embargo, la negativa de al-Assad, el estallido de la guerra siria, las tensiones entre Doha y Riad, y el enfrentamiento entre Ankara y el régimen de Assad lo hicieron inviable. Ahora, con el nuevo régimen sirio buscando legitimidad y apoyos, las condiciones podrían estar cambiando.

Nuevo gobierno, nueva oportunidad

A mediados de marzo, el Fondo de Qatar para el Desarrollo firmó un acuerdo con el Ministerio de Energía de Jordania para suministrar gas natural a Siria a través del tramo jordano del gasoducto, en colaboración con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El objetivo es inyectar hasta 2 millones de metros cúbicos diarios de gas en la central eléctrica de Deir Ali, al sur de Damasco, lo que permitiría duplicar la disponibilidad diaria de electricidad en Siria. La inversión, de 63,75 millones de dólares, corre íntegramente a cargo de Qatar.

Imagen: Nota de prensa del Fondo de Qatar para el Desarrollo 

Siria necesita desesperadamente una fuente estable de energía, ya que ha perdido el flujo regular de crudo y combustibles iraníes. Y aunque Qatar insiste en que ayudar a Siria es la principal motivación del acuerdo con Jordania, la realidad es que la operación revela una ambición mayor: resucitar el proyecto del gasoducto con Turquía. 

Por el momento los mandatarios qataríes lo han negado pero, sin lugar a dudas la caída de al-Assad ofrece una oportunidad clara para desempolvar el proyecto. 

Todos hemos visto las especulaciones en los medios sobre este gasoducto. No son más que especulaciones mediáticas. (Majed bin Mohammed al-Ansari, ministro de Asuntos Exteriores de Qatar)

Primero, porque el gasoducto Qatar–Turquía representa una opción más realista que otras rutas propuestas para transportar gas a Europa, como el EastMed (un trazado submarino de 1,9 km que conectaría los yacimientos israelíes con Chipre y Grecia). Un proyecto caro, complejo técnicamente y que, desde 2022, no cuenta con el respaldo oficial de los Estados Unidos. Por el contrario, el gasoducto Qatar-Turquía sería más corto, transitaría por tierra firme, y aprovecharía tramos ya construidos del Gasoducto Árabe, facilitando menores inversiones en infraestructura nueva.

Segundo, la creciente cooperación energética entre Qatar y Turquía fortalece esta opción. Desde 2015, ambos países han profundizado su colaboración, con Turquía incrementando sus importaciones de gas natural licuado (GNL) qatarí, especialmente durante crisis regionales. Empresas como QatarEnergy y BOTAŞ han establecido acuerdos flexibles, y Turquía ha invertido en infraestructura estratégica, como la terminal flotante de regasificación (FSRU) en Dörtyol (Hatay).

Tercero, desde la invasión de Ucrania en 2022, la UE busca diversificar sus fuentes energéticas, consolidando a Qatar como socio clave. Doha ha firmado contratos a largo plazo con Alemania, Francia y Países Bajos y ya abastece más del 10% del GNL europeo (en 2024). Qatar está expandiendo su producción mediante los proyectos North Field East, South y West, con los que casi duplicará su capacidad exportadora para 2027, alcanzando los 200 bcm anuales.

Por último, dada la necesidad de inversión y legitimidad del nuevo régimen sirio, parece poco probable que Damasco se oponga al proyecto. Al contrario: podría verlo como una oportunidad para obtener un suministro regular de gas dejando a Irán fuera de la ecuación y mostrarse ante la comunidad internacional como un socio pragmático dispuesto a reintegrarse en las dinámicas energéticas regionales.

El impulso turco

En este escenario, Turquía emerge como actor clave. A diferencia de los funcionarios qataríes, en Ankara no tienen problema para hablar de esta posibilidad positivamente. Sin lugar a dudas, el gasoducto reforzaría su posición como principal hub energético, ganando influencia tanto frente a Moscú como frente a Teherán.

Ankara ha empezado a dar pasos en esa dirección. Está renegociando la reanudación de exportaciones de petróleo desde el Kurdistán iraquí tras dos años bloqueadas y recientemente ha cerrado un acuerdo con Turkmenistán para llevar gas a Europa a través de Irán (antes vetado por Teherán).

Las sombras del proyecto

No obstante, el proyecto no está exento de desafíos. Algunos analistas apuntan que, ante la expansión qatarí en GNL, insistir en rutas terrestres por zonas inestables podría ser arriesgado. Y señalan que su mejor opción es aprovechar la infraestructura actual.

Esta iniciativa podría afectar a proyectos como el corredor India-Oriente Medio-Europa, preferido por Israel, pero que necesitaría crear desde cero una infraestructura que pase por este país y Jordania.

Aunque, en teoría el gas israelí podría circular hacia el norte por el gasoducto Qatar-Turquía si se conecta con el Gasoducto Árabe, que sirve principalmente a Israel para transportar gas a Jordania y hacia el sur, sin embargo, el deterioro de las relaciones entre el país judío y Ankara, no son un buen punto de partida.

Por otro lado, el proyecto llega contrarreloj. Las previsiones indican que la demanda europea de gas natural comenzará a descender alrededor de 2030, con un claro declive en las inversiones en infraestructuras fósiles. Además, para Bruselas, depender de Turquía —un país que ya ha utilizado el control de las fronteras y a los refugiados como arma de presión política— supone un riesgo estratégico difícil de ignorar. Aunque, si la alternativa son Irán y Rusia, quizás Europa no tenga mucho margen para elegir.

Sudán: ¿punto de no retorno?

Mientras Oriente Medio habla de reconstrucción, Sudán ofrece una advertencia. Tras casi un año de guerra civil, el país vive un proceso de fragmentación de facto que amenaza con formalizarse.

El 9 de febrero, el Ministerio de Asuntos Exteriores del gobierno sudanés (formado por el Consejo de Transición Sudanés, que está respaldado por las Fuerzas Armadas Sudanesas —SAF—) publicó un comunicado anunciando el inicio de una hoja de ruta hacia una transición política. El plan incluye la celebración de un diálogo nacional inclusivo, la formación de un gabinete tecnocrático y la organización de elecciones libres y justas. Con este gesto, las SAF buscan mostrarse como el único actor capaz de preservar la unidad nacional y conducir al país hacia una salida democrática del conflicto.

Imagen: Cuenta en X del Ministerio de Exteriores de Sudán

No solo este movimiento no ha servido para acercar posiciones con las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), su contraparte en la guerra civil en la que el país lleva inmerso casi dos años, sino todo lo contrario. Las FAR, que controlan el suroeste del país, y cuentan con apoyo de Emiratos Árabes Unidos, contraatacaron en el plano político.

El 22 de febrero firmaban en Nairobi, Kenia, una carta fundadora, junto a otras 23 fuerzas políticas y militares aliadas, cuyo objetivo final es el de institucionalizar un gobierno denominado de "Paz y Unidad" en los territorios bajo su control. Ahora se hacen llamar "Alianza Fundadora de Sudán".

Como parte de la creación de ese Estado paralelo, durante la firma de esta carta se habló de la intención de conformar un Ministerio de Defensa que sirva para centralizar a todas las milicias que luchan contra el gobierno sudanés en un Ejército unificado, armarle y entrenar a sus miembros.

Nairobi News

La respuesta del gobierno sudanés, controlado por las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF), no se hizo esperar. Esta ya era tensa después de que el presidente keniata, William Ruto, recibiese al general Mohammed Hamdan "Hemeti" (el comandante de las FAR) en la capital del país en enero, y se volvió todavía más tensa con la firma de la carta en febrero. Tras esta reunión, el gobierno sudanés acusó a Kenia de violar el derecho internacional:

Dado que el objetivo declarado de este acuerdo es establecer un gobierno paralelo en parte del territorio sudanés, esta acción promueve el desmembramiento de los estados africanos, viola su soberanía e interfiere en sus asuntos internos. Esto es, por lo tanto, una clara violación de la Carta de la ONU, el Acta Constitutiva de la Unión Africana y los principios establecidos del orden internacional contemporáneo. Además, albergar a los líderes de la milicia terrorista RSF y permitirles realizar actividades políticas y de propaganda —mientras continúan perpetrando genocidio, masacrando civiles por motivos étnicos, atacando campamentos de desplazados internos y cometiendo violaciones— constituye un respaldo y complicidad en estos crímenes atroces. (Posicionamiento público del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República de Sudán en su cuenta de X)

En respuesta, decidió llamar a consultas a su embajador en el país africano y prohibir las importaciones desde este país. Además, las SAF han lanzado una contraofensiva militar que ha recuperado posiciones clave en la capital y el centro del país.

Gracias a esta contraofensiva, las SAF han recuperado la ciudad de Jartum, forzando la retirada de las FAR al estado de Nilo Blanco. Esta victoria, además de moral, es estratégicamente muy relevante, puesto que les permite controlar la ribera oriental del río Nilo, desde la cual preparar las siguientes ofensivas contra las FAR.

Imagen: Fuerzas de Operaciones Especiales. Al-Burhan anuncia la recuperación de Jartum desde el interior del Palacio Republicano

El país, que ya estaba de facto fragmentado, amenaza con institucionalizar dicha fragmentación al estilo libio. Un hecho consumado y normalizado por la inacción internacional. La ONU ha mostrado su preocupación, pero los intentos de mediación han fracasado. La guerra continúa y la paz, más que acercarse, se diluye en un mosaico de actores armados y gobiernos solapados.

En cuanto a los diferentes actores internacionales implicados en la guerra, por el momento todos se han posicionado en favor de la unidad, y de facto, del gobierno sudanés. Emiratos Árabes Unidos, que lleva apoyando económica y militarmente a las FAR todo este tiempo, ha evitado pronunciarse al respecto. Y Rusia, que un momento tuvo vínculos con las FAR —especialmente a través del Grupo Wagner—, desde mediados del año pasado ha reorientado su apoyo hacia el gobierno oficial, buscando asegurar una base naval en Port Sudán, clave para su proyección en el Mar Rojo.

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