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Hezbolá es mucho más que un grupo paramilitar o terrorista. Es también una importante fuerza política con grandes brazos sociales y financieros en Libano. Te contamos los detalles.
Hezbolá es un grupo terrorista chií cuyo origen y sede podemos situar en el Líbano. Su objetivo fundamental es muy claro: acabar con el estado de Israel. Para lograrlo, se ha constituido como una organización terrorista híbrida, similar a lo que en su día fue ETA en España o a lo que es Hamás en la Franja de Gaza, pero más sofisticada.
A través de sus distintos brazos políticos y sociales, se ha infiltrado en las instituciones libanesas y en prácticamente todos los ámbitos de la sociedad de este país con la intención de apoyar y legitimar su brazo militar.
El Bloque de Lealtad a la Resistencia es su brazo político, con el cual ha participado en las distintas elecciones del Líbano desde 1992, lo que le ha permitido obtener una significativa presencia en el parlamento nacional. Desde 2005, forma parte y es uno de los partidos dominantes de la Alianza del 8 de marzo, la cual ostenta el 48,4 % de la representación parlamentaria.
Su influencia en la política nacional está, como veis, fuera de toda duda. Cuando ha sido necesario, ha recurrido al bloqueo o incluso a las armas, dejando claro que ningún gobierno puede dejarle fuera a este grupo. Gracias a ello, ha logrado participar en todos los gobiernos que se han sucedido desde el año 2005. Sus miembros han ocupado carteras como la de Asuntos Exteriores, Energía, Deportes y Juventud, Agricultura, Trabajo, Sanidad, Reforma Administrativa o Asuntos Parlamentarios.
Estar dentro del Ejecutivo libanés ha sido algo fundamental para poder canalizar fondos y cerrar acuerdos y contratos con el objetivo de alimentar su red asistencialista, que es, sin lugar a dudas, su mayor éxito.
Hezbolá funciona, de facto, como un Estado dentro de otro Estado. ¿Cómo lo ha hecho? Estableciendo una red de fundaciones, asociaciones y empresas que proporcionan servicios clave dirigidos fundamentalmente a la comunidad chií.
En esta línea, Hezbolá cuenta con decenas de escuelas, organizaciones para jóvenes y mujeres, asociaciones deportivas, instituciones de caridad para las familias necesitadas, para las familias de los mártires y para atender a los heridos en combate. Asimismo, gestiona hospitales y centros de atención médica, los cuales, por cierto, jugaron un papel muy importante durante la pandemia del coronavirus.
Por tener, Hezbolá tiene, incluso, su propia red de supermercados. Y más:
La Jihad al-Bina, una rama de la organización iraní homónima, es una especie de ministerio paralelo de Agricultura y Fomento. Probablemente, es una de sus organizaciones civiles más relevantes y se dedica a la construcción de infraestructuras y la reconstrucción de aquellas que han sufrido daños como consecuencia de bombardeos u otros incidentes similares, así como a promover y apoyar el sector agrícola.
También destacan la Fundación Al-Jarha (Fundación para los heridos en español) y la Fundación de los mártires, los dos pilares asistenciales del brazo militar de Hezbolá. La primera organización ofrece asistencia hospitalaria y tratamiento a los combatientes heridos, a través de centros de rehabilitación, de ortopedia, fisioterapia, etc., en los que se estima que atiende a más de 9.000 personas. La segunda organización, por su parte, asigna un pago mensual a las familias de los combatientes que han perdido la vida en combate y es la inspiración del esquema palestino de ayuda a los mártires que ya os mencionamos en una entrada anterior aquí en NotNews. Ambas son instituciones autorizadas por el Ministerio del Interior del país.
Pero es que es más, Hezbolá ha llegado a desplegar también un sistema de micropréstamos a través de la Asociación al-Qard al-Hassan, una institución que opera completamente al margen del sistema bancario libanés y de su regulación. Según afirmó el secretario general de Hezbolá, esta asociación habría concedido 3.700 millones de dólares en préstamos a cerca de 1,8 millones de personas.
En definitiva, donde el Estado libanés no llega, Hezbolá está presente.
Sin embargo, ¿de qué sirve la influencia política, civil y militar si luego no puede comunicar sus acciones? Para evitar ese problema, Hezbolá cuenta también con uno de los mayores grupos de comunicación del Líbano. Este grupo está compuesto por un canal de televisión por satélite (Al-Manar), cuya transmisión ha sido prohibida por el gobierno de Estados Unidos y la Unión Europea; una emisora de radio (Al-Nour) y una revista (Baqiyyatullah). Todos ellos emiten desde el Líbano en varios idiomas (árabe, inglés, español, francés y hebreo) para ampliar así su alcance.
La cuestión es que todos estos brazos políticos y sociales le permiten a Hezbolá sostener, apoyar y legitimar su importante brazo militar. Tanto es así que varias declaraciones ministeriales le han permitido seguir operando como entidad legítimamente armada, distinta de las Fuerzas Armadas Libanesas. Incluso el expresidente Michal Aoun declaró que “mientras el ejército no tenga la fuerza necesaria para hacer frente a Israel [...], creemos que las milicias de Hezbolá son necesarias” porque "completan" al ejército.
Y no le faltaba razón, las milicias de Hezbolá superan en número y equipamiento a las fuerzas armadas del país. Según afirman sus propios dirigentes, Hezbolá cuenta con unos 100.000 efectivos. Hezbolá paga salarios más elevados a sus milicianos que los que perciben los soldados de las fuerzas armadas libanesas, y como hemos señalado, se encarga de mantener a las familias de quienes pierden la vida.
En resumen, como actor político en Líbano, Hezbolá tiene la capacidad de influir en la legislación que se aprueba, así como en la asignación y la ejecución de los recursos públicos. Todo esto es algo que le otorga un amplio margen de discrecionalidad en beneficio de la comunidad chiíta y de las organizaciones y empresas que controla y a través de las cuales administra su red de servicios y programas de ayuda social. Como veis, Hezbolá es mucho más que una mera organización terrorista.
Si quieres saber más sobre Hezbolá, no te pierdas el vídeo que publicamos hace unos días en VisualPolitik: