La “trumpización” del Grand Old Party
Te contamos cómo Trump ha logrado mantener su control absoluto sobre el GOP: lealtades blindadas, una agenda personalizada y castigos a quienes osaron desafiarlo.
¿Qué conecta a Palestina, el Cáucaso, Cuba y África Occidental? Te contamos los retos, fracasos y lecciones de estos conflictos globales, desde las tensiones entre Fatah y Hamas hasta la fragilidad de la CEDEAO frente a las juntas militares.
¿Qué tienen en común la reconciliación de las facciones palestinas, la influencia rusa en el Cáucaso, los esfuerzos por bancarizar la economía cubana o los intentos de la CEDEAO por preservar la democracia en África Occidental? Todas son historias de fracasos o, en el mejor de los casos, de logros a medias. En este nuevo número de NotNews os contamos los detalles:
Y hablando de fracasos, os dejamos el enlace al último vídeo que hemos sacado en el canal de VisualPolitik, en el que te hablamos de la crisis interna que enfrenta el gobierno ucraniano:
Las relaciones entre Fatah (al frente de la Autoridad Nacional Palestina —ANP— desde su origen, que hoy gobierna Cisjordania) y Hamas (el grupo terrorista que controla la Franja de Gaza desde 2007) han estado marcadas por décadas de tensiones e incluso por enfrentamientos armados. El más grave se produjo tras las elecciones parlamentarias de 2006 en las que Hamas superó a Fatah. La ANP operaba en un sistema semi-presidencialista y la victoria de Hamas en las parlamentarias significaba la cohabitación entre la presidencia ostentada por Fatah y el cargo de primer ministro que tendría que corresponder a Hamas (ambos con poderes ejecutivos). Las tensiones que se generaron posteriormente, con enfrentamientos violentos entre ambas facciones en la Franja de Gaza, terminaron con la expulsión de Fatah de la Franja en junio de 2007.
Desde entonces ha habido varios intentos fallidos de reconciliación y reunificación de ambas administraciones, como el que se produjo en El Cairo (Egipto) en 2011, y que fue el más significativo. El más reciente tuvo lugar en Argelia en 2022. Pero ninguno de ellos ha comportado cambios significativos en el statu quo.
El estallido de la Guerra en Gaza, tras la ofensiva israelí en respuesta a los ataques perpetrados por Hamas en territorio israelí el 7 de octubre de hace un año, reavivó las discusiones sobre la necesidad de una unidad palestina. Esta vez con un actor inesperado: China. Recordemos que no es la primera vez que Pekín adopta este rol en Oriente Medio. Ya lo hemos contado antes, pero fue el artífice de los acercamientos entre Irán y Arabia Saudí.
Los contactos entre China con ambas facciones, que habían comenzado meses antes, dieron como resultado la firma de la “Declaración de Pekín” el 23 de julio de 2024, por parte de las delegaciones de una docena de facciones palestinas, incluidas Fatah y Hamas. Su objetivo principal: establecer un gobierno interino de unidad que pueda gestionar tanto la Franja de Gaza como Cisjordania, y que coordine la reconstrucción de Gaza tras la guerra, además de unificar las instituciones palestinas. El acuerdo también busca preparar el terreno para unas elecciones que permitan una mayor representación de las facciones palestinas en un futuro, bajo el marco de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), reconocida como el representante legítimo de todos los palestinos.
Sin embargo, este nuevo esfuerzo ha pasado prácticamente desapercibido. Aunque el acuerdo introduce elementos novedosos, como la aceptación de principios políticos que Hamas previamente no había respaldado —incluido el apoyo a la resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU y el reconocimiento implícito de un Estado palestino basado en las fronteras de 1967—, no ofrece claridad sobre su implementación. Además, persisten profundas desconfianzas entre las principales facciones, exacerbadas por sus diferencias ideológicas y sus aspiraciones políticas contradictorias.
La presencia de Sinwar en Gaza también representa un obstáculo significativo para los contactos internacionales de Hamas, que ahora dependen casi exclusivamente de intermediarios como Irán u otros actores externos. Esta limitación en su capacidad de comunicación y negociación internacional añade una capa adicional de dificultad en el ya complicado panorama diplomático palestino.
La volatilidad y fragilidad del liderazgo en Hamas puede alterar drásticamente su estrategia política, socavando cualquier esfuerzo de reconciliación o negociación que se haya avanzado previamente.
La influencia de Rusia en el Cáucaso, y particularmente en Armenia, parece estar destinada a ser cada vez menos significativa. Especialmente desde que Azerbaiyán se hiciera con el control absoluto de la disputada Nagorno-Karabaj, ante la impasibilidad de los agentes de mantenimiento de la paz rusos que estaban en la región en cumplimiento con el alto al fuego entre Armenia y Azerbaiyán de 2020. A pesar de que Armenia pertenece a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), liderada por Rusia.
Esta situación generó un profundo malestar en Ereván, donde se percibe que Rusia ha fallado en su papel de protector, debilitando así una relación histórica. Desde entonces los armenios han reclamado que las tropas de mantenimiento de la paz rusas se retiren del territorio que debían proteger y que los militares rusos que protegen su aeropuerto se marchen. Ambas cosas se han producido este verano. Mientras tanto, la separación entre los dos socios tradicionales se hace más evidente a medida que se desarrollan las negociaciones de paz entre los gobiernos de este país y el de Azerbaiyán.
Moscú tiene gran interés en que el control del corredor Zangezur, que conectaría el territorio continental de Azerbaiyán con su enclave de Najichevan a través de la región de Syunik, en el sur de Armenia, caiga en sus manos (una cuestión de la que os hablamos en un número anterior). Por ello ha criticado que ambos países hayan decidido dejar fuera del acuerdo de paz esta cuestión. Sin ir más lejos, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha arremetido contra el gobierno armenio, acusándolo de sabotear acuerdos previos con esta decisión.
“Es el liderazgo armenio el que está saboteando un acuerdo firmado por el primer ministro Nikol Pashinyan. Es difícil entender el significado de tal posición” (Sergei Lavrov, ministro de exteriores de la Federación Rusa)
Por su parte, el primer ministro armenio ha rechazado cualquier papel mediador de Rusia, optando por avanzar hacia un acuerdo directo con Azerbaiyán sin la intervención del Kremlin. Además, Armenia ha mostrado señales claras de distanciamiento de Moscú, con el acercamiento cada vez mayor hacia Occidente, en un intento de diversificar sus alianzas estratégicas.
Pero no os equivoquéis, la posición de Armenia en esta situación no está saliendo nada reforzada. Económicamente, sigue siendo dependiente de Moscú. Rusia es su principal socio comercial, le suministra gran parte de sus necesidades energéticas, es fuente clave de remesas provenientes de trabajadores armenios en Rusia y sigue encargándose de la seguridad en la frontera armenia con Turquía e Irán, lo que podría permitir a Rusia imponer sus intereses. Además, el gobierno armenio enfrenta crecientes presiones internas, con gran parte de la ciudadanía viendo las concesiones a Azerbaiyán como una traición a los intereses nacionales. La devolución de cuatro aldeas fronterizas ha sido uno de los detonantes de las protestas. La posible modificación constitucional que elimine las reivindicaciones armenias sobre Nagorno-Karabaj (una de las exigencias de Azerbaiyán para el acuerdo de paz) no parece que vaya a contribuir a relajar las tensiones.
A pesar de los esfuerzos del gobierno cubano por cambiar esta realidad, el efectivo domina de manera indiscutible la economía de la isla. Según datos gubernamentales, aunque un 64% de los cubanos mayores de 15 años tenía acceso a una cuenta bancaria en 2020 (frente al 80% en países como Chile o Brasil), el efectivo seguía representando el 69% de la matriz de pagos. Entre 2020 y 2022 la cantidad de dinero en circulación había crecido a un ritmo anual del 64%. Sin embargo, la escasez de efectivo que ha afectado al país en los últimos años ha complicado todavía más la situación. El Gobierno emite dinero pero no tiene los recursos para imprimirlo.
En agosto de 2023 el Banco Central de Cuba aprobó una medida dirigida a solucionar la falta de liquidez y a “lograr el uso cada vez menor del efectivo y cada vez mayor de los medios electrónicos y digitales para el pago de bienes y servicios” (Alberto Javier Quiñones Betancourt, vicepresidente del Banco Central de Cuba).
El gobierno cubano decidió imponer un límite máximo de 5.000 pesos cubanos (por aquel entonces, el equivalente a unos 20 dólares estadounidenses en el mercado negro) para las retiradas en efectivo que las empresas privadas pueden realizar para efectuar pagos. Las transacciones superiores a esa cifra debían realizarse a través de métodos de pago digitales u otras soluciones bancarias. Además, se requería que las empresas depositasen todos los ingresos en efectivo generados por ventas en sus cuentas bancarias el siguiente día hábil.
Esta medida escondía algunos aspectos preocupantes:
Un año después, los únicos datos que ha proporcionado el gobierno señalan un resultado mediocre. De cada peso en efectivo en circulación, sólo tres centavos se realizan digitalmente. Con ello se constata lo que era un secreto a voces: no se puede empezar la casa por el tejado. El país no cuenta con la infraestructura bancaria y digital necesaria para la extensión del uso de medios de pago digitales.
La Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) fue fundada en 1975 con el objetivo de integrar económicamente a los países de África Occidental, pero a lo largo de los años ha ampliado su misión para incluir la preservación de la paz y el fortalecimiento de la democracia, asumiendo un papel crucial en la mediación de conflictos y la prevención de golpes de estado. En los 90, la organización creó el Grupo de Supervisión de la CEDEAO (ECOMOG), un contingente militar conjunto formado por tropas de sus países miembros para intervenir en conflictos como las guerras civiles de Liberia y Sierra Leona, por ejemplo.
En 2001, la CEDEAO aprobó el Protocolo sobre Democracia y Buen Gobierno, que incluía una serie de principios democráticos constitucionales que todos los miembros debían suscribir formalmente, como el respeto al estado de derecho o la separación de poderes.
En aras de profundizar en la democratización de los países de la región, la organización no sólo ha recurrido a intervenciones militares, sino también a la mediación, la negociación o las sanciones. Sin embargo, los resultados no han sido todo lo buenos que cabría esperar.
El golpe de Estado en Níger y la Alianza de los Estados del Sahel: el fracaso más reciente
En los últimos años, Burkina Faso, Malí, Níger y Guinea han sido testigos de golpes de estado militares. La CEDEAO respondió con sanciones económicas y financieras (congelación de activos, suspensión de transacciones comerciales y cierre de fronteras) y suspendiendo su membresía a la organización. Posteriormente ha tratado de negociar con las juntas militares para encontrar una vuelta pacífica el orden constitucional y la restauración del gobierno civil. Incluso se planteó una intervención militar en Níger.
No sólo la intervención militar en Níger no se materializó, sino que, ante la falta de resultados, en febrero de 2024 la CEDEAO comenzó a levantar la mayoría de las sanciones impuestas, citando consideraciones humanitarias y aludiendo a su ineficacia. Este retroceso es una clara señal de debilidad, profundizada, por un lado, por la disminución de personas que rechazan los gobiernos militares, un porcentaje que ha ido disminuyendo en los últimos años en los países de África Occidental. Por otro lado, el desafío que Burkina Faso, Malí y Níger están planteando a la organización regional ha acentuado esta situación.
Las tres naciones africanas gobernadas por juntas militares no sólo no sienten que el rechazo de la CEDEAO sea un gran problema para ellas, sino que además consideran que su membresía es totalmente prescindible. Para los nuevos líderes de estos países, la CEDEAO es una organización sesgada hacia los intereses occidentales, y en especial los franceses. Han criticado, por ejemplo, el uso del franco CFA, respaldado por Francia, en lugar de priorizar el lanzamiento de una moneda común africana. Por eso decidieron abandonar la organización y crear la suya, la Alianza de los Estados del Sahel.
Esta Alianza tiene como objetivo principal la defensa mutua, la cooperación para enfrentar las amenazas a la seguridad que viven estos países (terrorismo y crimen organizado) y para proteger su soberanía e integridad territorial. (Carta de Liptako-Gourma) También han acordado establecer un banco de inversión conjunto y un fondo de estabilización, así como unir esfuerzos en sectores clave como la minería, la energía o la agricultura. Y se han comprometido a construir infraestructuras comunes que faciliten el libre movimiento de ciudadanos.
Además de conformar esta Alianza, también han escogido a la Rusia de Putin como socio estratégico, con la que han firmado acuerdos de defensa, aunque sobre esto os hablaremos en otro número.