De Berlín al Cuerno de África

Descubre por qué Alemania vuelve a las urnas tras el colapso de su gobierno de coalición, qué motiva la ira de Etiopía frente a la alianza entre Egipto, Somalia y Eritrea, y las razones detrás del alto al fuego de Israel en el Líbano, que contrasta con su postura en Gaza.

De Berlín al Cuerno de África

Golpe de Estado en Corea del Sur, suspensión de elecciones en Rumanía y un acuerdo clave entre la UE y Mercosur... ¡Vaya días para la política global! Si alguno de estos temas os suena a titular perdido, no dudéis en visitar el canal de VisualPolitik y poneros al día:

Mientras tanto os traemos una nueva entrega de NotNews en la que, como siempre, deshacemos los entresijos de algunos acontecimientos importantes que no deberían pasarse por alto. En concreto, te contamos:

  • Por qué Alemania vuelve a las urnas después de tres años de gobierno de coalición
  • Qué hay detrás de la ira de Etiopía por la alianza de seguridad entre Egipto, Somalia y Eritrea
  • Por qué Israel opta por un "alto al fuego" en Líbano, pero no en Gaza

Alemania vuelve a las urnas después de tres años

Imagen: Representantes de los tres partidos de la "coalición semáforo"; Wikimedia Commons

En 2021, en lugar de optar por la gran coalición de la que los socialdemócratas siempre fueron la fuerza minoritaria, sacar más diputados que la oposición demócrata-cristiana le dio la oportunidad a Olaf Scholz de probar una fórmula nueva: la coalición semáforo, con la Alianza 90/Los Verdes y los liberales de la FDP, que le dado demasiados quebraderos de cabeza.  

A principios de noviembre, antes de cumplir tres años en el poder, la coalición semáforo se desintegró.

Aunque la FDP se esforzó desde un inicio por proyectar una imagen de moderación, sensatez y compromiso con la vuelta a la disciplina fiscal, por ser una especie de “equilibrador interno”, la realidad es que ha generado muchas tensiones dentro de la coalición que han terminado por estallar, provocando su colapso.

Nothing is more dangerous for fighting inflation than an expansionary fiscal policy. All international organizations and also the Bundesbank advise stopping debt-funded government spending [...] Domestically, however, we are constantly engaged in a discourse about exceptions to the debt rules — even though we are presenting a very large budget. (Christian Lindner, ex ministro de Finanzas y líder del FDP).

La negociación del presupuesto para 2025 fue particularmente difícil. El gobierno presentó a la Cámara Baja un proyecto de presupuesto con un déficit de 12.000 millones de euros que se amplió hasta 13.500 a finales de octubre, debido a los ajustes realizados en las previsiones de ingresos fiscales. 

Socialdemócratas y verdes querían financiar el gasto adicional con deuda, pero los liberales se oponían enérgicamente a ello. Parece ser que incluso Lindner presentó un documento a sus socios el 31 de octubre, en el que proponía recortes fiscales para las empresas, una moratoria sobre nuevas normativas, una relajación de los objetivos climáticos y un recorte de las subvenciones y prestaciones sociales, medidas que, según el FDP, eran necesarias para estabilizar la economía y recuperar la competitividad del país. Esta propuesta fue rechazada de plano por sus socios de coalición, pero recibió elogios por parte de la oposición demócrata cristiana (CDU/CSU), quienes aplaudieron el enfoque de disciplina fiscal y reducción de burocracia.

Estos desencuentros tomaron todavía más protagonismo con la filtración de un documento interno del FDP, titulado “Escenarios de desarrollo y medidas para el Día D”, que detallaba los pasos estratégicos para romper la coalición de gobierno y forzar la convocatoria de elecciones anticipadas. Este documento no sólo exponía el profundo desacuerdo sobre las políticas económicas, sino que también mostraba una planificación deliberada para proyectar al FDP como el partido que defendía la economía de mercado frente a lo que describían como "planificación estatal" de los socialdemócratas y los verdes.

Aunque inicialmente el partido intentó controlar el impacto de la filtración, esta terminó provocando la dimisión del secretario general, Bijan Djir-Sarai, y del director operativo del partido, Carsten Reymann, se vio obligado a dimitir para evitar un daño mayor en el partido.  

El detonante llegó el 6 de noviembre, cuando el canciller Olaf Scholz decidió destituir al ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner:

Hoy al mediodía, presenté nuevamente a nuestro socio de coalición del FDP una oferta exhaustiva con la que podríamos cerrar el vacío en el presupuesto federal sin sumir a nuestro país en el caos. [...] Una oferta que también incluía propuestas del FDP, pero que dejaba claro que, ante los desafíos que enfrentamos juntos, necesitamos un mayor margen financiero. [...] Con demasiada frecuencia, el ministro Lindner ha bloqueado leyes sin motivo. Con demasiada frecuencia, ha actuado tácticamente en interés de su partido. Y con demasiada frecuencia, ha quebrantado mi confianza. (Olaf Scholz, canciller de Alemania)

La oferta a la que se refiere Scholz en la rueda de prensa que realizó implicaba un aumento del gasto público para incrementar la inversión en infraestructuras, defensa y el apoyo a Ucrania. Para financiar estas medidas, los socialdemócratas querían flexibilizar el “freno de la deuda”, una regla constitucional que limita el endeudamiento público al 0,35% del PIB salvo en circunstancias excepcionales (como ocurrió durante la pandemia). Lindner rechazó esta propuesta, argumentando que cualquier relajación del freno de la deuda comprometería la estabilidad financiera de Alemania y generaría un precedente peligroso.

Hemos presentado propuestas de recuperación económica para que nuestro país vuelva a encaminarse hacia el éxito: menos burocracia, una menor carga fiscal, una política climática y energética pragmática, mayor control sobre la migración y, al mismo tiempo, el fortalecimiento de la responsabilidad personal, la motivación y el entusiasmo por la innovación. [...] Desde esta tarde, el Canciller me ha dado un ultimátum para que suspenda el freno de la deuda previsto en la Ley Fundamental. No podía aceptar eso porque habría violado mi juramento de cargo. (Christian Lindner, presidente federal del FDP)
Imagen: Christian Lindner; Wikimedia Commons

Sin presupuesto y con elecciones anticipadas

Imagen: Intención de voto Alemania; Infratest Dimap

La destitución de Lindner no solo provocó la salida del FDP del gobierno, sino que dejó al SPD y a los verdes en minoría. En estas circunstancias, sacar adelante el presupuesto de 2025 se volvió imposible, incluso con el apoyo de Die Linke y del BSW, los otros partidos de izquierda con representación en el Bundestag. Aunque los partidos de la Unión (CDU/CSU) podrían haber optado por sostener temporalmente al gobierno con una renegociación presupuestaria o permitir que el SPD gobernara en minoría hasta las elecciones generales previstas para otoño de 2025, han preferido forzar elecciones anticipadas. Esta decisión no sorprende, dado su creciente ventaja en las encuestas y los recientes éxitos en las elecciones regionales de septiembre en Turingia, Sajonia y Brandeburgo.

Aunque Scholz todavía debe someterse a una moción de confianza —un mero trámite, ya que no cuenta con apoyo suficiente para superarla—, que tendrá lugar el próximo lunes 16, socialdemócratas y conservadores ya han acordado la fecha en la que se celebrarán nuevas elecciones para sustituir al actual gobierno: el 23 de febrero. Con este horizonte político, las sesiones dedicadas a la aprobación del presupuesto de 2025 han sido canceladas, y Alemania operará con una prórroga del presupuesto de 2024. Esto limitará la capacidad del gobierno para aumentar el gasto público en áreas clave, como infraestructuras y defensa, pero, a la vez, podría dar margen al futuro gobierno para implementar su propia agenda económica sin cargar con compromisos previos.

La CDU, en particular, llega a estas elecciones en un momento crucial para la economía alemana. Sus credenciales como defensores de la estabilidad fiscal y su mensaje a favor de una política económica más pragmática resuenan en un contexto de desaceleración económica y tensiones energéticas en el que la economía es, sin lugar a dudas, el principal problema de Alemania. 

Los liberales, los grandes perdedores

Los mayores perjudicados de esta crisis son, sin duda, los liberales del FDP. Según las encuestas más recientes, el partido se encuentra por debajo del umbral del 5% necesario para obtener representación parlamentaria, un escenario que recuerda su ausencia del Bundestag entre 2013 y 2017. Este retroceso refleja el desgaste político del FDP en su intento de equilibrar su identidad como defensores de la disciplina fiscal con su papel dentro de una coalición de gobierno marcada por divisiones internas.

La posible salida del FDP del Bundestag no sería ninguna novedad para los liberales que ya tuvieron que pasar por ese trance entre 2013 y 2017. Tampoco es un fenómeno aislado en la escena europea. Casos como el de Ciudadanos en España, que pasó de 57 diputados a 10 y a su salida del parlamento español en 2023, subrayan los riesgos de no encontrar un equilibrio entre la identidad propia y el pragmatismo necesario en el ejercicio del poder. En Francia, aunque el partido liderado por Emmanuel Macron todavía mantiene un peso muy significativo, ha perdido alrededor de la mitad de la fuerza que consiguió en 2017.

Si los liberales quedan fuera del Bundestag, su futuro dependerá de su capacidad para redefinir su papel político y recuperar la confianza de un electorado que, en este momento, parece haberse inclinado hacia otras opciones.

Nueva alianza en el cuerno de África: Egipto, Eritrea y Somalia contra Etiopía

En NotNews hemos hablado en varias ocasiones del complejo panorama del Cuerno de África. Os hemos relatado las tensas relaciones entre Eritrea y Etiopía, así como su colaboración durante la guerra en Tigré (ver aquí). También hemos analizado el reciente acuerdo entre Etiopía y Somalilandia para acceder al mar (ver aquí). Todos estos acontecimientos están estrechamente vinculados y sirven de marco para entender la nueva alianza entre Etiopía, Egipto y Somalia, que exploraremos a continuación.

Esta coalición de seguridad se formalizó el pasado 10 de octubre en Asmara (Eritrea), donde los líderes de los tres países acordaron un marco de cooperación estratégica y crearon un Comité Trilateral Conjunto, con los ministros de Exteriores de los tres países, para monitorear los avances en los acuerdos de cooperación estratégica.

La gestación de la alianza

Aunque a primera vista parezca que la que más sale ganando es Somalia, Egipto ha sido el actor más activo en consolidar la alianza. En agosto, durante la visita del presidente somalí Hassan Sheikh Mohamud a El Cairo, en respuesta a una invitación de su homólogo egipcio, ambos países firmaron un protocolo de cooperación militar y un pacto de defensa.

Imagen: El presidente de Somalia y el de Egipto en El Cairo; Somali National News Agency

Egipto no sólo reforzó su compromiso con Somalia al ofrecer entrenamiento militar y asistencia técnica, sino que también se comprometió a reemplazar a las tropas de la misión de mantenimiento de la paz de la Unión Africana (ATMIS), cuyo mandato termina el 31 de diciembre. Con esta iniciativa, Egipto planea desplegar 5.000 efectivos para ocupar el lugar de las fuerzas etíopes que forman parte de esta misión en Somalia, y enviar otros 5.000 hombres adicionales, para ayudar al ejército somalí a hacer frente a la amenaza terrorista de Al-Shabaab, apoyar su integridad territorial y fortalecer su participación en la protección del Canal de Suez. Este despliegue aumentará significativamente la presencia militar egipcia en el Cuerno de África.

Desde entonces, Egipto ha enviado armas, municiones y equipos militares que, según su Ministerio de Asuntos Exteriores incluye vehículos blindados, sistemas de artillería y municiones. 

Los intereses de cada país

Egipto se posiciona como el actor más activo y estratégico en esta alianza, movido principalmente por su histórica rivalidad con Etiopía y por su voluntad de reforzar su influencia regional, siendo un país que se mueve muy bien en el multilateralismo. 

El proyecto hidroeléctrico de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), en marcha desde 2011, es una preocupación central para Egipto, pues considera que puede reducir significativamente su acceso al Nilo, vital para su economía, seguridad alimentaria y estabilidad social. Representa en torno al 95% de las necesidades hídricas del país. 

Además, Egipto no quiere que Etiopía pueda, en virtud del acuerdo firmado con Somalilandia a principios de año, acceder al Mar Rojo, que, como hemos comentado anteriormente, es una zona estratégica para el comercio global y la seguridad regional. Con la alianza pretende limitar la iniciativa etíope. 

Egipto ha buscado cooperar con los países que comparten preocupaciones similares. 

Somalia enfrenta la urgente necesidad de fortalecer su seguridad interna y externa, y Egipto, considerado una de las principales fuerzas militares de la región (el Global Firepower Index lo sitúa en la 15ª posición mundial), se presenta como un aliado clave en este objetivo. La amenaza constante de grupos extremistas como Al-Shabaab, responsables de atentados y desestabilización en la región, supone un desafío continuo para la estabilidad del país. Además, Somalia debe lidiar con un problema de soberanía relacionado con Somalilandia, que declaró su independencia unilateralmente en 1991 pero no ha obtenido reconocimiento internacional. El reciente acuerdo entre Somalilandia y Etiopía ha intensificado las preocupaciones de Mogadiscio, que teme un aumento de la influencia etíope en su territorio.

Las tensiones con Etiopía han escalado recientemente debido a las acusaciones de Somalia sobre un supuesto envío no autorizado de armas a la región semiautónoma de Puntlandia. Somalia denunció estas acciones como una violación de su soberanía. En palabras del Ministro de Asuntos Exteriores de Somalia, Abshir Omar Jama, “Condeno enérgicamente los envíos de armas no autorizados desde Etiopía al estado somalí de Puntlandia, que violan la soberanía del país y amenazan la seguridad regional”.  

Para Somalia, la alianza con Egipto y Eritrea no solo refuerza sus capacidades de defensa, sino que también mejora su posición estratégica en el Cuerno de África, ayudándole a contrarrestar la influencia de Etiopía y consolidar su soberanía territorial.

Por otro lado, Eritrea mantiene una relación históricamente complicada con su vecina Etiopía. Aunque los enfrentamientos militares entre ambos cesaron oficialmente en 2018, y Eritrea colaboró con Etiopía durante el conflicto interno en Tigré, las tensiones persisten. Eritrea busca limitar la capacidad de Etiopía para consolidarse como potencia regional, especialmente en áreas estratégicas como Somalilandia y Tigré. Además, Eritrea se opone firmemente a que Etiopía logre su ansiada salida al mar, ya que esto reforzaría su posición económica y geopolítica. También siguen existiendo disputas territoriales no resueltas entre ambos países, como el caso de la ciudad fronteriza de Badme, que sigue siendo un punto de fricción.

Etiopía está “algo molesta” con los últimos acontecimientos

La creciente cooperación entre Egipto y Somalia ha generado una gran preocupación en Etiopía, que percibe esta alianza como una amenaza directa a sus intereses estratégicos en la región y una potencial fuente de desestabilización. Varias comunicaciones y declaraciones de altos funcionarios etíopes reflejan esta inquietud:

Según el medio panárabe Al-Arabi Al-Jadeed, tras la firma del protocolo militar entre Egipto y Somalia, Egipto habría recibido una carta de advertencia de Etiopía en la que declaraba que “cualquier fuerza militar egipcia que perjudique los intereses de Addis Abeba en Somalia no estará inmune de tratar con ellos”.

Asimismo, el Ministerio de Asuntos Exteriores etíope publicó una nota oficial advirtiendo que su país “no puede permanecer inerte mientras otros actores toman medidas para desestabilizar la región”. 

Más recientemente, en un gesto que refuerza su posición frente a Egipto, Etiopía ha anunciado que la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD) está completa. Este anuncio no solo simboliza un desafío directo a las preocupaciones egipcias sobre el control de los recursos hídricos del Nilo, sino que también envía un mensaje claro de que Etiopía está dispuesta a avanzar en sus proyectos estratégicos a pesar de las presiones externas.

El Líbano no es la Franja de Gaza

Hace unas semanas, Israel y el Líbano firmaron un acuerdo de alto al fuego (entre muchas comillas). Este acuerdo, promovido por Estados Unidos y Francia, se ha producido mientras el enfrentamiento con Hamás en la 

Franja de Gaza se sigue intensificando, planteando una pregunta inevitable: ¿por qué lo que parece imposible en Gaza sí ha sido alcanzado en el Líbano?

La clave radica en diferencias fundamentales entre ambos contextos, desde la naturaleza de los actores involucrados hasta los intereses estratégicos en juego. A continuación exploraremos las razones que han motivado a Netanyahu a dar un paso que no cuenta precisamente con el apoyo mayoritario de los israelíes. 

El contenido del acuerdo

Una lectura rápida del acuerdo deja entrever varias cosas. La primera de peleas es que los compromisos son significativos entre las partes por lo que su implementación, como se ha visto en estas semanas, no resulta nada fácil. 

Entre ellos se incluye: 

  • Un cese total de operaciones militares por parte de Israel y de todos los grupos armados en el Líbano, incluido Hezbollah, a lo largo de la “Línea Azul”, la frontera reconocida por la ONU en la resolución del Consejo de Seguridad 1701 que puso fin a la guerra de 2006.
  • El compromiso de Israel de retirar sus fuerzas al sur de la “Línea Azul” en un plazo de 60 días, mientras el ejército libanés toma control del sur del país.
  • Desarme de todos los grupos armados no estatales en el Líbano y control exclusivo del ejército y la policía libanesa sobre el ejercicio de la fuerza, conforme a la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU. 
  • El gobierno libanés asumirá el control exclusivo sobre el ejercicio de la fuerza en su territorio, incluyendo el monitoreo de la producción interna de armas.
  • Estados Unidos y Francia proporcionarán asistencia técnica, logística y formación para reforzar su despliegue en el sur del país.
  • Se establece un mecanismo conjunto, bajo la coordinación de UNIFIL y liderado por Estados Unidos con el apoyo de Francia, para monitorear, verificar y asistir en el cumplimiento de los compromisos.
  • Se solicita la mediación de la ONU y los Estados Unidos para la resolución de las disputas territoriales pendientes a lo largo de la “Línea Azul”.

Las razones detrás del acuerdo

Está claro que la búsqueda de popularidad interna no es lo que ha motivado esta decisión de Netanyahu. Sólo hay que ver lo mal recibido que ha sido el acuerdo entre la sociedad israelí. Según The Times of Israel, este estaría apoyado únicamente por el 20% de los partidarios del gobierno de Netanyahu y el 50% de los votantes de la oposición. En cambio, hay otras razones que parecen más prometedoras: 

  1. En Gaza, Israel negocia con Hamás, un grupo terrorista que controla ese área y que es quien llevó a cabo los atentados del 7 de octubre del año pasado. En cambio, en el Líbano, el acuerdo se ha firmado con el gobierno libanés, que, al menos en teoría, tiene soberanía sobre el territorio del país, aunque el enfrentamiento del ejército israelí es con Hezbollah. Esto tiene una parte positiva y otra negativa. 
    1. La positiva, es que esta diferencia facilita concesiones, puesto que su interlocutor libanés tiene mayor legitimidad interna y externa. Además, desde el punto de vista internacional, la incursión israelí en un territorio soberano cuando no se ha producido un ataque por parte del ejército nacional, sino de un grupo terrorista que opera desde algunas áreas de ese territorio, es más difícilmente justificable. 
    2. En cuanto al aspecto negativo, en la práctica, el gobierno libanés carece de capacidad para ejercer un control efectivo sobre todo su territorio, lo que permite a Hezbollah continuar sus actividades hostiles contra Israel. Esta debilidad institucional pone en duda la viabilidad del acuerdo, especialmente en lo referente al desarme y la contención de grupos armados.
  2. En el Líbano, Israel ha logrado gran parte de sus objetivos estratégicos. Ha diezmado a Hezbollah, eliminando a 2.000 miembros, incluidos la mayoría de sus altos mandos, además, ha dañado severamente las instituciones sociales, financieras, médicas y militares del grupo. Y las élites israelíes consideran a Gaza su principal prioridad estratégica. Un conflicto prolongado en el norte podría desviar recursos y atención de este objetivo principal.
  3. El reciente acuerdo de alto el fuego entre Israel y Líbano puede interpretarse como un mensaje a Donald Trump en tres sentidos: en primer lugar porque el equipo de Trump habría sido informado durante las negociaciones para asegurar una continuidad, refleja un ajuste estratégico por parte de Israel y Líbano ante la expectativa de una postura más dura de Trump hacia Oriente Medio en su objetivo por terminar con la guerra en la región, y precisamente por ello buscaría estabilizar la situación (o mostrar que esa es la voluntad) antes de la toma de posesión de Trump, anticipándose a posibles cambios en la política estadounidense.
  4. Por último, el anuncio de que Francia no ejecutará la orden de arresto contra Netanyahu emitida por el Tribunal Penal Internacional añade un elemento de quid pro quo que podría haber facilitado el acuerdo.

Aunque impopular en Israel, este acuerdo tiene ventajas estratégicas y diplomáticas. Refuerza la narrativa de compromiso israelí con la seguridad, proyectando disposición al diálogo bajo términos favorables, desvía la atención internacional de Gaza y evita vincularlo con la situación allí. Por su parte, la crisis económica en el Líbano limita la capacidad de Hezbollah y las élites políticas para intensificar las hostilidades, ya que la atención en el Líbano está centrada en la supervivencia económica y la contención de una creciente insatisfacción social. Hezbollah, aunque poderoso, no goza de un apoyo mayoritario dentro del país, lo que complica su capacidad para movilizar respaldo interno frente a un conflicto prolongado. Según el Barómetro Árabe VIII, aunque Hezbollah mantiene un fuerte respaldo entre los chiitas libaneses (un 85%), el apoyo no es mayoritario en el conjunto del país y mucho menos si hablamos de otras afiliaciones religiosas como los musulmanes suníes o los cristianos. 

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