La “trumpización” del Grand Old Party
Te contamos cómo Trump ha logrado mantener su control absoluto sobre el GOP: lealtades blindadas, una agenda personalizada y castigos a quienes osaron desafiarlo.
Por lo general, los golpes de Estado se producen mayoritariamente en países pobres, con un crecimiento económico bajo, sociedades poco cohesionadas y democracias débiles donde el ejército mantiene mucha influencia. Por eso no puede sorprendernos que desde 1950, de cada 10 golpes que se han producido en todo el mundo, al menos 4 han tenido lugar en África. Hablamos de un total de 214, de los cuales casi la mitad han sido exitosos.
Pese a ello, la tranquilidad con la que había arrancado el siglo XXI en África y el repunte de su economía nos hicieron pensar que los golpes militares podían ser ya cosa del pasado. Sin embargo, los años 20 de este siglo parecen haber abierto de nuevo la veda.
Actualmente, tal y como muestra el Índice de Estados Frágiles de 2022, de los 20 países del mundo con más riesgo de sufrir un golpe de Estado, 16 se encuentran en este continente.
Cuando la pandemia del coronavirus empezaba a asolar al continente africano, un grupo de militares malíes tomaron el control del país y arrestaron tanto a su presidente, como a algunos funcionarios de su Gobierno. Desde ese momento se han producido un total de 10 sublevaciones en todo el mundo, de ellas 9 han tenido lugar precisamente en África:
¿Qué está pasando en el continente africano para que de repente se vea sumergido en tanta inestabilidad?
Por un lado, la amenaza yihadista de grupos afiliados con al-Qaeda e ISIS ha tenido mucho que ver con todo este caos. También los interminables conflictos étnicos que no dejan de sucederse en este continente. En total, según el Índice Global de Terrorismo, el 48% de todas las muertes globales por terrorismo en el mundo en 2022 ocurrieron en el África subsahariana y, especialmente, en Burkina Faso, Mali y Níger.
Sin embargo, estas no son las causas de la inestabilidad en el continente olvidado. En NotNews hemos encontrado al menos otras dos razones.
La primera hipótesis adicional que barajamos tiene que ver, precisamente, con la crisis causada primero por la pandemia y luego por la guerra de Ucrania. La situación económica se ha deteriorado y el precio de los alimentos básicos y la energía se ha disparado, lo que por supuesto ha multiplicado el descontento social.
Y de hecho, los golpes de Estado ocurridos en Mali, Guinea y Burkina Faso han contado con cierto apoyo de la población. Un sentimiento que quizás pueda también explicar la ambigüedad mostrada por las organizaciones de ámbito regional como la Unión Africana (AU por sus siglas en inglés) o la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS por sus siglas en inglés). Por ejemplo, ambas han guardado un gran y escandaloso silencio tras el golpe ocurrido en el Chad en 2021.
La segunda hipótesis tiene que ver con la creciente competencia entre las grandes potencias por el control de recursos naturales clave. África es un continente repleto de recursos naturales que en muchos casos están por explorar y explotar. En un contexto de precios de las materias primas al alza y con la industria mundial necesitada de nuevos recursos para la producción tecnológica y la electrificación de la economía, los incentivos para apoyar cambios de gobierno y ganar influencia en la región son más que evidentes.